Cuando los niños del mundo,
No tengan porque llorar,
Será mas noble la vida,
Será mas dulce el hogar.
Porque la risa de un niño,
No se puede comparar,
Con todo el oro del mundo,
Ni con toda vanidad.
Mientras allá en esta tierra,
Niños en un muladar,
No tiene derecho el hombre,
A llamarse humanidad.
Como un botón que no llega,
En flores a madurar,
Van quedando en el camino,
Con la tumba como hogar.
Destruye sus dulces sueños,
Nuestra cruel incomprensión,
Atropellamos sus vidas,
Sin amor sin compasión.
Con sus profundas miradas,
Solo nos piden piedad,
Sus tiernos corazoncitos,
Solo quieren palpitar.
Niño negro de ojos tristes,
Sufres discriminación,
Niño blanco torturado,
Por seres sin corazón.
Niños cafés y amarillos,
Que ya miran con horror,
Las injusticias que el hombre,
Comete a su alrededor.
Almitas que van penando,
Por no querer escuchar,
El grito de sus entrañas,
Por esta cruel humanidad.
Que no notan los que acumulan,
Riquezas al por mayor,
Que hay muchos niños llorando,
De hambre frió y dolor.
Si este llanto no conmueve,
Lo que le queda de amor,
Se ha convertido en un paria,
Aunque le llamen señor.
Y es que se les seco el alma,
Y se le helo el corazón,
Hace tiempo que esta muerto,
Lo ha matado la ambición.
Cuando los niños del mundo,
No tengan porque llorar,
Será mas noble la vida,
Será mas dulce el hogar.
Porque la risa de un niño,
No se puede comparar,
Con todo el oro del mundo,
Ni con toda vanidad.
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Niños en un muladar,
No tiene derecho el hombre,
A llamarse humanidad.