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Siempre he sido un hombre muy afortunado
pero nunca lo he sabido apreciar
fui el dueño de la llave maestra
de todas las puertas de tu corazón.
Aprendí a leer tus páginas en blanco
y aprendí a entenderte sin hablar
pero los espejismos se desvanecen
si sólo se tocan por curiosidad.
Deja que te quiera sin reservas
deja que te quiera otra vez
a pleno sol
sin nada que temer.
En la almohada del mundo descansaremos
abrigados por la despreocupación
inventando un nuevo abecedario
que sólo forme palabras de amor.
Quiero que me abraces por sorpresa
y recuperar el tiempo que se fue
a pleno sol
sin nadie alrededor.
He vestido mis ojos de amianto
porque los tuyos vigilan de cerca
como un ave de mal agüero.
Solo he muerto de amor una vez
pero aun me queda otra muerte pagada
emboscada...