Cartas.
En un pliegue del alma,
entre Dios y mis hijas,
guardo cartas que escribo
y que nunca te leí...
Hablan del primer beso y del vestido blanco,
que una tarde de mayo estrenaste para mí,
yo tenía veinticuatro años y estudiaba para ser feliz...
De tus ojos pardos y serenos,
de versos, en servilletas de papel,
donde te dije, por primera vez, te quiero….
Con quinto de locura, terminado,
en la especialidad de sueños
echamos a volar y sin dueño…, volamos...
Queríamos ser viento y cometa,
el mar y la sal, vela y velero...,
te quiero
la abeja y la miel, la peca y la piel,
el relámpago y el trueno…
dos cuerpos….
las doce y la una, la noche y la luna
el pájaro y la pluma,
la tempestad y la calma…
y un alma…
Y del vestido verde, de una tarde de agosto,
que llevabas en la iglesia y que sacas y te pruebas,
de vez en cuando….
De enfados y de ruidos y de algún chirrido,
de épocas de estío, de viento y de silencio...
y de las hijas y los hijos... y ahora de los nietos…
Eres cómplice de besos, caricias y ternura,
de mis viajes de la risa a la amargura…
de volar en las alturas, y a ras de suelo….
Si se apaga la llama, de mi candil mañana,
me gustaría ir donde tu vayas
sin ti soy la mitad…….de nada….