Tu silueta me enreda hambrienta y trepadora,
avivando en mi goce sabrosa tentación.
la fiebre desmedida nuestro lecho condecora
y desata el delirio de una ávida pasión.
Tus uñas van rasgando retazos de mi piel,
muerdes mis labios, tu aliento bebo.
Tu humedad de sal me sabe a miel
y cadera a cadera iniciamos el vuelo
El tiempo inerte y la noche perpetua
alimentan los sentidos del lúbrico encuentro.
Suspiran las violetas, chocan los planetas,
esconde los astros un celoso firmamento.
Mis manos descubren rincones prohibidos,
anclo en tu vientre y sellamos la unión.
Se libera de tu voz un fornido gemido
que rompe el silencio y se vuelve canción.
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Tiemblas sobre mí como luna en río
con un rastro en tu rostro de divino resplandor.
Reposado en la cumbre te miro y sonrío
después del enlace de dos cuerpos y el amor