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Absurdo
como mi mano agarrando la pluma
que enreda el papel
que al fin será la basura.
Que cada noche y cada día,
cada charca y cada ría,
cada hombre que se fía
del amor y la alegría
no es más que filosofía
que es cuento de antitragedia
para salvar la agonía
y el miedo entre los malos ratos.
Yo soy el Sol,
el que riega tus jardines
de luces sin desencatos,
el que pasa los inviernos
en la soledad amarga
abrazado a mi letargo,
el que se lleva la escarcha
y desmorona los charcos.
Abstracto
como la imagen que explica una idea
que ya pereció,
que lleva tu sepultura.
Cada mirada y cada prisma,
cada impulso hacia la cima,
cada mundo que se resigna
ante su ser y ante su herida
no son más que un sentimiento
que pasarán como arrieros
por un mar sin calma,
por un río sin barca
en la tempestad de mi travesura.
Yo soy el Sol,
el que riega tus jardines
de luces sin desencatos,
el que pasa los inviernos
en la soledad amarga
abrazado a mi letargo,
el que se lleva la escarcha
y desmorona los charcos,
quien se lleva los lamentos,
quien calienta los lagartos,
el que alumbra tus eventos
y el que te quema descalzo.