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Como pudo aguantó
los impuestos, el hambre, la cruz.
Y la peste llegó, un hijo le arrebató.
Con la rabia en la piel
a la iglesia quiso reclamar.
Si hay un ser superior
dile que enmiende este error.
Su pasado le condena.
Él que una vez defendió.
En Oriente demostró el poder de la fe.
Fue una traición, se dejó convencer.
Le engañaron, conspiró.
Y su plan fracasó.
Blasfemo patán,
serás pasto de la Inquisición.
Ya que ofendes a Dios,
el fuego te salvará.
Tras las rejas gritó su inocencia
y nadie la oyó.
En la hoguera arderá.
Su alma por fin sanará.
De qué sirve tanto ruego.
Al cielo suplicó pero nadie respondió.
Nada cambió.