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En la capital
lo hallé en un mercado,
con su mecapal,
descargando un carro.
Le dije : ?Padrino,
lo andaba buscando?.
Se echó un trago de vino
y se quedó pensando.
Me dijo : ?Un favor,
vo? a pedirle, ahijado,
que a naiden le cuente
que me ha encontrado;
que yo ya no quiero
volver pa? allá,
al fin ya no tengo
ni a ?onde llegar?.
?Murió tu madrina
la Trinidad,
los hijos crecieron
y dónde están.
Perdí la cosecha,
quemé el jacal,
sin lo que más quiero
qué más me da?.
?Sin lo que más quiero
ya nada es igual,
cobija y sombrero
serán mi hogar,
por eso,por eso, mi ahijado,
regrese en paz,
y a naiden le cuente que estoy acá?.
Quedamos de acuerdo
lo dejé tomando,
yo encendí un recuerdo
y me lo fui fumando.
Me pareció verlo
en su verde monte
sonriéndole al viento
y al horizonte,
haciendo una mueca
pa? ver pasar
la mancha de garzas
rumbo al palmar.
Jacinto Cenobio
Jacinto Adán
si en tu paraíso
sólo había paz.
Yo yo no sé qué culpa
quiere pagar
aquí en el infierno
de la ciudad.