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A veces en mis ratos de soledad, convoco a la palabra y la hago danzar a mi voluntad, pudiendo hacer que sea tan veloz como el pestañeo de un ojo
o tan lenta como un recuerdo desvaneciéndose, puedo hacer que te diviertas, o al contrario, hacer que te sumerjas en la más cruda de las tristezas, depende del momento, de la situación.
Puede ser tan dulce como tu cara o tan retorcida como la mente de un asesino en serie, ¿sabes? Porque una palabra a veces vale más que mil imágenes sin sentido, recuerda, no hay alma más mortífera que una palabra brotada de un corazón noble y un par de huevos que la respalden.