Soy de la orilla brava del agua turbia y la correntada
Que baja hermosa por su barrosa profundidad;
Soy un paisano serio, soy gente del remanso Valerio
Que es donde el cielo remonta el vuelo en el Paran.
Tengo el color del río y su misma voz en mi canto sigo,
El agua mansa y su suave danza en el corazón;
Pero a veces oscura va turbulenta en la ciega hondura
Y se hace brillo en este cuchillo de pescador.
Cristo de las redes, no nos abandones
Y en los espineles déjanos tus dones.
No pienses que nos perdiste, es que la pobreza nos pone tristes,
La sangre tensa y uno no piensa más que en morir;
Agua del río viejo llévate pronto este canto lejos
Que está aclarando y vamos pescando para vivir.
Llevo mi sombra alerta sobre la escama del agua abierta
Y en el reposo vertiginoso del espinel
Sueño que alzo la proa y subo a la luna en la canoa
Y allí descanso hecha un remanso mi propia piel.
Calma de mis dolores, ay, Cristo de los pescadores,
Dile a mi amada que esta apenada esperándome
Que ando pensando en ella mientras voy vadeando las estrellas,
Que el río está bravo y estoy cansado para volver.
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Y en los espineles déjanos tus dones