Que tristeza,
Me daría no quedarme, con tu vida,
Caminar ya con el alma reducida, a pedazos, destruida,
Porque no supe pintarme en tu pared.
Que tristeza,
Me daría despertar de madrugada,
Sin tu amor acariciándome la espalda,
Sin tus manos, de bufanda,
Con tu aroma en mi recuerdo y no en mi piel.
Que tristeza,
Me daría que acabara con nosotros,
Tus ataques de princesa y mis enojos,
Mi costumbre de cantar, y amanecer.
Que tristeza,
Me daría no escuchar ya más tu risa,
No ver más tus pasos cortos y de prisa,
Ni sofocarme, con la brisa,
De tu pelo cuando empiezas a correr.
Que tristeza,
Me daría acabar sólo en este mundo,
Ver mi vida destrozada en un segundo,
Y de repente, moribundo,
Con mi cuerpo acostumbrado a proteger.
Que tristeza,
Me daría que acabara con nosotros,
Tus ataques de princesa y mis enojos,
Mi costumbre de cantar, y amanecer.
Que tristeza,
Me daría y me daría más tristeza,
Ver mi amor ya convirtiéndose en pavesa,
Que se apaga cuando empieza, a amanecer,
Que tristeza.