El Templo de Cerro Sechín es uno de los monumentos arqueológicos más importantes del Perú, dada su antigüedad, belleza arquitectónica y contenido cultural. Luce, como pocos, una fachada construida con lozas de piedras grabadas con insinuantes motivos de guerreros en procesión, cuyo significado aún no está del todo definido. Descubierta para la arqueología por el sabio Julio C. Tello en 1937, su estudio ha aportado grandes conocimientos a la historia del Perú.
Templo de Sechín, en reconstrucción publicada en el libro de Julio C. Tello. Se indican algunas de las partes mencionadas en el texto.
El sitio arqueológico de Sechín se encuentra ubicado en el departamento de Ancash, provincia de Casma y a 5 kilómetros de la ciudad del mismo nombre, sobre la falda norte del cerro Laguna a 90 metros sobre el nivel del mar. Ecológicamente pertenece al denominado Desierto Pre-montano. El clima es cálido, seco y con pocas precipitaciones al año. El mar se encuentra a poco más de 10 kilómetros de distancia.
La zona arqueológica tiene una extensión de 5 hectáreas, aproximadamente, ocupando la parte monumental propiamente dicha, mas de una. Sechín es un complejo arquitectónico formado por 7 estructuras, seis de ellas construidas con piedra y barro y una con adobes cónicos, típicos del Período Arcaico (1600 antes de nuestra era). Están distribuidos de tal manera, que dos de las estructuras ocupan la parte central, siendo una de éstas el "Edificio Principal" (con planta rectangular, esquinas curvas y 51 metros de largo por lado) , que es el que ostenta las piedras grabadas en su cara exterior y que cubre a la estructura de adobes cónicos (más antigua) que tiene relieves de barro. Las otras cuatro estructuras se ubican en pares a ambos lados del Edificio Principal, y se les han llamado Edificio A, Edificio C, Plataforma Rafael Larco Hoyle y Plataforma Julio C. Tello.
Antecedentes
En 1919, el sabio Julio C. Tello, padre de la arqueología peruana, de regreso de la Expedición Arqueológica de la Universidad de San Marcos al Departamento de Ancash (ruinas de Chavín de Huántar), visitó la hacienda Tabón en el valle de Casma, propiedad del médico de nacionalidad chilena Dr. Nicolás Sierra Alta, quien había formado una interesante colección de objetos prehispánicos obtenidos de cementerios de esa zona. Tello la visitó y quedó muy impresionado con ella, por lo que el Dr. Sierra Alta donó para el Museo de Arqueología de la Universidad de San Marcos (donde Tello era director) un lote representativo de piezas. A la muerte del Dr. Sierra Alta, la colección pasó a poder del Sr. Juan I. Reyna.
Julio C. Tello dicta "in situ" la descripción de los trabajos de escombramientos dirigidos por él en Sechín. La ilustración es de Hernán Ponce Sánchez y fue publicada en el libro Arqueología del Valle de Casma.
18 años después, el 28 de junio de 1937, Tello, ahora de paso a la región del Marañón, recaló nuevamente en Casma y pasó a visitar al Sr. Reyna para revisar nuevamente la colección que fuera de Sierra Alta. Tello, embarcado plenamente en los estudios sobre su teoría de "Chavín como cultura matriz de la civilización andina", preguntó por la existencia de piedras grabadas en la zona (una de las característica que él proponía como principal del arte Chavín). Reyna contestó que la única que conocía era una, parte del muro de su casa, que había sido abandonada por un alemán que intentó llevársela en un buque mercante. Este lito es un bloque de granito de 84 por 73 centímetros que tiene en una de sus caras grabada una cabeza humana estilizada, de perfil y con los cabellos alborotados. Tello vio en esta talla una prueba de la influencia de la cultura Chavín en ese valle (aunque posteriormente se ha determinado que Sechín es anterior a Chavín de Huantar). Este hallazgo le hizo variar el itinerario de la expedición, decidiendo quedarse en Casma por un tiempo y buscar los sitios arqueológicos del lugar.
En la mañana del 1 de julio, Tello realiza una inspección en el cerro Sechín, encontrando numerosos vestigios arqueológicos. Es allí donde le avisan que ha poca distancia había una "huaca" (lugar sagrado) con piedras grabadas. Llegan al lugar que los lugareños llamaban del "indio bravo", debido a que en una de las piedras estaba grabada la representación de un cuerpo humano cuyo rostro muestra sus dientes y el cabello suelto y ondulante. Este hallazgo llevó a Tello a examinar con mayor detenimiento el lugar, encontrando más monolitos grabados. Entonces decide excavar el sitio, desenterrándose de ese modo el monumento que llamó Templo de Cerro Sechín. Las piedras que encontró estaban semi-enterradas y alineadas en una de las caras de lo que parecía ser una pequeña plataforma. Con el auxilio de 15 obreros, Tello procedió a descubrir ese lado, dejando a la luz una pared formada íntegramente por piedras grabadas. En los días siguientes aparecieron al lado derecho e izquierdo sendos muros con litos grabados, de ese modo se perfiló la forma del Templo de Cerro Sechín: Un edificio cuadrangular con un muro perimétrico de piedras (todas grabadas) y en el interior varios cuartos y estructuras en adobe, con las paredes pintadas en vivos colores y representaciones de figuras mitológicas (también pintadas).
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Los monolitos grabados
Adornan todo el contorno del Edificio Principal. Los litos grabados fueron colocados intercalando unos grandes con representaciones de Guerreros / Sacerdotes con pilas de 3 o más pequeños con representaciones de despojos humanos. Para el arqueólogo Lorenzo Samaniego estos bajorrelieves muestran una doble procesión de personajes que parte de un pórtico formado por 2 monolitos grabados que sostienen un dintel al centro del muro sur y se encaminan hacia otro pórtico, ubicado al centro del muro norte, e intercalados, como ya se dijo, están los grabados que representan despojos humanos (brazos, piernas, cabezas, cuerpos seccionados, vértebras y vísceras) como si estuvieran regados por el suelo, recreando un cuadro de hondo dramatismo y horror. En esta procesión no hay figuras de dioses, semidioses o animales míticos, solo hombres