Ya casi en la madrugada
se oían cantar los gallos
en el rancho el Tejano
entro a galope un caballo
con relinchidos muy tristes
llego sin jinete el bayo.
Despertó a todo el pueblo
con el sonar de sus cascos
avísenle a don Esteban
que anda en la calle su cuaco
trae reventadas las riendas
y nadie puede calmarlo.
Y don Esteban llegó
y gritando al cielo dijo
algo muy malo paso
es el caballo de mi hijo
a una boda lo invitaron
y para halla me dirijo.
El potro se adelanto
para marcar el camino
fue el primero que llegó
con su tristes relinchidos
y en medio de la planilla
estaba su amo tendido.
Rodeado de veladoras
hasta cuando el sol salio
y su madre inconsolable
vieran cuanto le lloró
corrió la voz por los pueblos
Esteban chico murió.
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En el rancho el Tejano
relinchaba aquel corcel
ahora si trae su jinete
viene cargando con él
atravesado en la silla
a que caballo tan fiel.