Hoy te he vuelto a ver,
Después de tanto tiempo.
Pero no he podido creer,
Lo que mis ojos están viendo.
Ya no eres la niña que conocí,
La que jugaba con flores y muñecas.
La que creció envuelta en barro,
La que reía dilatando el tiempo.
Ya se perdió aquella dulce joven,
La que embaucaba cariño con su rostro.
La que con una palabra domaba al iracundo,
La que invocaba amor en sus sueños.
Donde quedó la mujer enamorada de la vida,
Aquella que se desvelaba observando la luna.
La que le rendía pleitesía al viento,
La que sentía dormir entre suaves nubes.
Ahora sólo veo un triste ser,
Que sueña con largas noches de lujuria.
Que se divierte con sinfines de orgasmos,
Y crece bajo los brazos de la seducción.
Ahora vive la desdichada mujerzuela,
Que ve caer el dinero del cielo.
La que despierta mentes enfermas de sexo,
La que ríe aferrada a un vaso de licor.
Le has vendido tu alma a la noche,
Y tu vida a sábanas ahogadas en sangre.
Ya no luchas por amor sino por placer,
Ya no lloras por ternura, ahora te lamentas por suturas.
Surges de la oscuridad gran emperatriz,
Amaneces en tu dorado féretro.
Tu cuerpo sube desde el infierno,
Tus lágrimas forman un invierno.
Extiendes tus brazos como alas malditas,
El llanto despierta tu rendido instinto.
Tu ligero poder lo demuestras en un baile,
Mientras tu sed acaricia para saciar tu hambre.
Cierra tus ojos magnífica doncella,
Empuña tus descarnadas manos y a tu pasado regresa.
Enciende la luz a tu existir,
Y deja ya de ser una meretriz.
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Quiero ver a la niña que conocí,
A la que aún vive dentro de mí.
Cálmate ya y de deja de sentir dolor,
Pues a mi lado te llevaré, porque lo que siento es amor.