Yo siempre te llevaré, oculta, bajo el dorso de mi piel. Y al mirarme, entenderás que las palabras se pueden hablar con sólo mirarnos a los ojos.
Me acuso por aquella decisión, y es que la duda me supo vencer. Es un camino sin vuelta atrás, es un viaje para no volver. Es imposible dar la vuelta, y mis ojos te hablarán y entenderás...
Que yo te llevo clavada en el alma, atravesada como una espada, que se disimula tras fingir la sonrisa perfecta con el gesto adecuado.
Y como siempre, ocultando que necesito respirar y encontrar un trozo de aire fresco, para poder recuperar el aliento y poderme desahogar. Y entenderás.
Dejé que se terminara así porque no hay otra manera de esquivar el dolor, y la memoria toma venganza, soplando su sal en mi llaga. Y se estremece todo mi cuerpo, y se desploma un telón de silencio.
Me marcharé y notaré que me tiemblan las piernas, pero que debo guardar la entereza, la manoseada normalidad y morderme la lengua, comprimir la tristeza y asumir la condena.
No te puedo ya tocar, qué falso es quedar ya como amigos, es engañarse a uno mismo, y es mejor no volvernos a cruzar. Y entenderás...
Que yo te llevo clavada en el alma, atravesada como una espada, que se disimula tras fingir la sonrisa perfecta con el gesto adecuado.
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Y como siempre, ocultando que necesito respirar y encontrar un trozo de aire fresco, para poder recuperar el aliento y poderme desahogar. Y entenderás, y bajo el dorso de mi piel.