Un Diablo blanco
al patio se asomó,
como un intruso él entró,
a la puerta no llamó.
Un Diablo blanco se asomó a mi patio
y los muros traspasó,
hasta mi se deslizó.
Yo, sentado en mi butacón,
Él, junto a la chimenea, me habló
sobre su proposición.
Dije: que yo no soy Goethe quien a Fausto dio a vender,
ni soy Adán y Eva en el paraíso aquel.
No es cargante como un vendedor
que asegura su producto es el mejor,
no tiene comparación.
El es parte de ti y de mi,
parte de cuanto podemos ver y oír,
parte fácil a elegir.
El Diablo recorría el hall,
se asomó por la ventana y esperó
a escuchar mi decisión.
Yo me levanté del butacón,
fui del bien al mal, del mal al bien, del bien al mal,
no era fácil escoger.
Dije: no soy Dorian Gray que Oscar Wilde lo dio a vender,
ni soy Adán y Eva en el paraíso aquel.
Como cera sobre cera arder,
tu propuesta sobre propuesta haré arder
hasta la próxima vez
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El diablo a mi me habló
y al Diablo dije no.