No temas por mi
cuando aniden buitres en mi espalda
jamás te preocupes del lodo que inunda mi sien
si viste a las ratas, atarme a las patas
si buscan las hienas mis venas,
hurgando en la piel
Que mi mula nunca duerme has de saber
de su remoto desdén
que la hierba nunca crece,
en las huellas de sus pies
No espantes las moscas
que quieren su parte y la mia
de sobras y de porquería está lleno el pastel
de tiros certeros para carroñeros,
que van a chuparse los dedos al verme correr
y entre cucharas de palo,
entre casas sin barrer
si el día me agarra
entregando el silencio en mi espalda,
será porque tengo guardadas detrás otras cien
y un pié en el pescuezo y el otro al estribo,
y vuelvo más muerto que vivo a empezar otra vez
Que mi mula nunca duerme has de saber
de su remoto desdén
que la hierba nunca crece,
por donde pisan sus pies
Que los cascos del negro azabache
se vistan de blanco papel,
al cambiar por rebuzno el silencio
y más necio no se puede ser,
si se enreda con la polvareda
la mano que da de comer,
si sisean mis dedos hambrientos el viento
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de su remoto desdén
Que la hierba nunca crece
en las huellas de sus pies