Son las diez ya pasadas, y abrazado a mi guitarra he creído ver tu cara en mi mano reflejada. He querido preguntarle si en tu viaje me llevabas, por si acaso me apeaba en la primera parada.
Quién escogió esas notas que en mi mente sonaban, quemó alguien los papeles que sin miedo de tí hablaban.
Y mi vida que no mejora, y el tiempo que no se para, y es entonces que me doy cuenta
de que no ha cambiado nada.
Y es que soy tan pequeño y tu mundo es tan grande, que por mucho que grite, no vas a escucharme.
Y es que soy tan pequeño y tu mundo es tan grande, que por mucho que grite, no vas a escucharme.
He llamado a tu puerta, pero estaba cerrada,
y loco por hablarte he trepado a tu ventana.
Y sí; un día, y otro día, y tú sigues ahí callada. Es entonces que me doy cuenta que para tí no soy nada.
Y es que soy tan pequeño y tu mundo es tan grande, que por mucho que grite, no vas a escucharme.
¿Qué quieres de mi? Qué... qué quieres de mí.
Qué quieres de mí, y si es nada, di que es nada. Y si es nada, tú dime que nada.
Y es que soy tan pequeño y tu mundo es tan grande, que por mucho que grite, no vas a escucharme.
Y es que soy tan pequeño y tu mundo es tan grande, que por mucho que grite, no vas a escucharme.
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Y es que soy tan pequeño y tu mundo es tan grande, que por mucho que grite, no vas a escucharme.
Y es que soy tan pequeño y tu mundo es tan grande, que por mucho que grite, no vas a escucharme.