Con las hermanas Gilda duermo en una cama grande,
bailamos con las canciones del Sisa y el Peret.
En un edificio con ventanas sin cristales, Carpanta y yo vivimos a base de latas de calamares.
En el trece, rue del percebe, vivo en la ausencia del deseo canalla. En la indigencia del garfio y la pata de palo. Y si la vida es un sueño, como dijo algún navegante atribulado, prefiero el trapecio, para verlas venir en movimiento.
Voy viviendo a mi manera, si conviene regando, pa' que crezca la higuera, pa' que crezca y de sombra,
pa' que dé sombra y frutos, y muchas primaveras,
y muchas primaveras.
Ante una hoguera que alimento con muebles de algún desalojo indecente, me caliento junto al correcaminos, rompetechos y otros colegas. En fin, buena gente.
Somos gente ficticia, náufragos urbanos; perdidos, renegados, inadaptados,
olvidados. Gente ficticia, gente fetén si el mundo fuese de cartulina.
Prefiero el trapecio para verlas venir en movimiento. Voy viviendo a mi manera, Voy viviendo a mi manera, si conviene regando, pa' que crezca la higuera, pa' que crezca y de sombra,
pa' que dé sombra y frutos, y muchas primaveras,
y muchas primaveras.
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Caballeros de bombín gastado, calcetín a rombos
de guante roto, de bufanda mugrienta en las húmedas noches de Marzo. Como el lindo gatito, fracasamos invariablemente, para diversión del personal que nos mira de reojo. Y como el Coyote, nunca llegamos a la hora, ni al lugar, ni en el momento preciso.