Cuando no tenía claro a que puerto dirigirme
cualquier viento que soplara nunca era a mi favor
cuando el mar se muestra en calma
todos somos capitanes
pero cuando se agiganta nadie se agarra al timón
pero cuando se agiganta nadie se agarra al timón.
Mi fianza de tristeza la pagué hace tanto tiempo
que ya no me quedan ganas de luchar por la razón
brindo por la lucidez que me regalan los años,
y por tanto desengaño.
En el sitio más profundo del peor de los caminos
entre ninguna parte y el olvido
yo fui ese animal herido que se cosió descosido
y se remendó la piel.
Mis reservas de confianza las guardo en alguna parte
lástima que no recuerde donde las pude dejar
tres anillos llevo anclados alrededor de mi cuello
que me cuelguen si es por ellos
que por nadie lloro más.
Convertí lo que más quise en un triste moridero
y se estamparon los huesos de este pobre pecador
que falto de fe y ateo más merece ir al infierno
que tener piso en el cielo.
La experiencia da tristeza, comprender apena el alma
y por más que me escabulla no me escapo de esta piel
que me conserva la sangre justo a su temperatura
pero no sirve de nada ante tanta estupidez.
Todos somos capitanes...
Todos somos capitanes...
Todos somos capitanes...
Tres anillos llevo anclados alrededor de mi cuello
que me cuelguen si es por ellos
que por nadie lloro más.
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Todos somos capitanes...
Todos somos capitanes...