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Carro negro ochenta y nueve
recordarte yo quisiera
con tu carter doble fondo
y tus llantas de carreras
ahí cargabas el polvo
para que nadie supiera.
El hombre que era tu dueño
Maguila su sobrenombre
Contreras su apelativo
era un poquito más que hombre
y en las cachas de su escuadras
traía incrustado su nombre.
Cruzaste mil carreteras
y caminos vecinales
en las noches se miraban
que brillaban tus faroles
traías con la lengua al pecho
A todos los federales.
En Días Ordaz nació
José Enrique se llamaba
él pasaba por Reynosa
por donde se le antojaba
y en todita la frontera
ni una mosca le rumbaba.
Todita la federal
de Maguila tenia queja
de aquel negro ochenta y nueve
de doble yugo y crucetas
los hizo sudar la gorda
en tierras tamaulipecas.
Por ahí cuentan que el destino
les hizo una mal jugada
corriendo en la carretera
en una curva cerrada
del carro negro y Maguila
nunca más se supo nada.
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Carro negro ochenta y nueve
recordarte yo quisiera
con tu carter doble fondo
y tus llantas de carreras
ahí cargabas el polvo
para que nadie supiera.
El hombre que era tu dueño
Maguila su sobrenombre
Contreras su apelativo
era un poquito más que hombre
y en las cachas de su escuadras
traía incrustado su nombre.
Cruzaste mil carreteras
y caminos vecinales
en las noches se miraban
que brillaban tus faroles
traías con la lengua al pecho
A todos los federales.
En Días Ordaz nació
José Enrique se llamaba
él pasaba por Reynosa
por donde se le antojaba
y en todita la frontera
ni una mosca le rumbaba.
Todita la federal
de Maguila tenia queja
de aquel negro ochenta y nueve
de doble yugo y crucetas
los hizo sudar la gorda
en tierras tamaulipecas.
Por ahí cuentan que el destino
les hizo una mal jugada
corriendo en la carretera
en una curva cerrada
del carro negro y Maguila
nunca más se supo nada.