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Qué chiquito, chiquitito el compromiso,
del ladrón que usa disfraz de periodista,
para entrar a tu pantalla sin permiso
y venderte sus armadas entrevistas.
Qué chiquita, chiquitita la vergüenza,
del político que se hizo funcionario,
prometiendo combatir a la pobreza,
y ahora vive en la mejor casa del barrio.
Chiquita, chiquita, chiquitaje...
Que nos tapa la luz y el paisaje,
que nos hace perder en el viaje,
rellenando de miseria el equipaje.
Qué chiquita, chiquitita la humildad,
la que ostenta nuestra pobre aristocracia,
con su cáscara de vana vanidad,
de ignorantes, sin talentos y sin gracia.
Qué chiquita, chiquitita es la porción,
de la torta que le queda al laburante,
mientras tanto en la bandeja del patrón
la tajada que sirvieron es gigante.
Chiquita, chiquita, chiquitaje,
de avaricia y codicia salvaje,
que te pone, por más que trabajes,
bajo el pie del capital y su chantaje.
Qué chiquito, chiquitito es el domingo,
que a las siete de la tarde se termina,
cuando al lunes que se viene ya distingo,
con su carga de vacío y de rutina.
Qué chiquito, chiquitito es el vestido,
que se puso en el desfile una modelo,
tan chiquito como el poco contenido,
de esa cosa que hay debajo de su pelo.
Chiquita, chiquita, chiquitaje,
que debajo de su maquillaje,
que detrás de su brillo y encaje,
nos transmite un boludísimo mensaje.
De qué sirve el estudio y la escuela...
Mi futuro es de glamour y pasarela.
Quiero estar en una tapa de revista
y hasta el altar que me lleve un polista.
Nunca un carpintero, un universitario,
fuera de mi vista o te tiro un diccionario.
Qué chiquita, chiquitita es la noticia,
del chiquito, chiquitito que ha dormido
en la calle, mientras llueven las primicias,
de caricias y romances prohibidos.
Qué chiquita, chiquitita es la canción,
si es la suma de alaridos a la moda,
si se achica hasta su mínima expresión,
de cantarle siempre a la noche de bodas.
Chiquita, chiquita, chiquitaje...
Que nos hace bajar el puntaje,
que nos pone orejera y vendaje,
y a la música le cobra peaje.
Chiquita, chiquita, chiquitaje...
Que nos tapa la luz y el paisaje,
que nos hace perder en el viaje,
rellenando de miseria el equipaje.
Ay... qué grande me queda este traje,
si no ensancho mi abrazo, si arrugo,
si paso, sin fe, sin valor, sin coraje.
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Qué chiquito, chiquitito el compromiso,
del ladrón que usa disfraz de periodista,
para entrar a tu pantalla sin permiso
y venderte sus armadas entrevistas.
Qué chiquita, chiquitita la vergüenza,
del político que se hizo funcionario,
prometiendo combatir a la pobreza,
y ahora vive en la mejor casa del barrio.
Chiquita, chiquita, chiquitaje...
Que nos tapa la luz y el paisaje,
que nos hace perder en el viaje,
rellenando de miseria el equipaje.
Qué chiquita, chiquitita la humildad,
la que ostenta nuestra pobre aristocracia,
con su cáscara de vana vanidad,
de ignorantes, sin talentos y sin gracia.
Qué chiquita, chiquitita es la porción,
de la torta que le queda al laburante,
mientras tanto en la bandeja del patrón
la tajada que sirvieron es gigante.
Chiquita, chiquita, chiquitaje,
de avaricia y codicia salvaje,
que te pone, por más que trabajes,
bajo el pie del capital y su chantaje.
Qué chiquito, chiquitito es el domingo,
que a las siete de la tarde se termina,
cuando al lunes que se viene ya distingo,
con su carga de vacío y de rutina.
Qué chiquito, chiquitito es el vestido,
que se puso en el desfile una modelo,
tan chiquito como el poco contenido,
de esa cosa que hay debajo de su pelo.
Chiquita, chiquita, chiquitaje,
que debajo de su maquillaje,
que detrás de su brillo y encaje,
nos transmite un boludísimo mensaje.
De qué sirve el estudio y la escuela...
Mi futuro es de glamour y pasarela.
Quiero estar en una tapa de revista
y hasta el altar que me lleve un polista.
Nunca un carpintero, un universitario,
fuera de mi vista o te tiro un diccionario.
Qué chiquita, chiquitita es la noticia,
del chiquito, chiquitito que ha dormido
en la calle, mientras llueven las primicias,
de caricias y romances prohibidos.
Qué chiquita, chiquitita es la canción,
si es la suma de alaridos a la moda,
si se achica hasta su mínima expresión,
de cantarle siempre a la noche de bodas.
Chiquita, chiquita, chiquitaje...
Que nos hace bajar el puntaje,
que nos pone orejera y vendaje,
y a la música le cobra peaje.
Chiquita, chiquita, chiquitaje...
Que nos tapa la luz y el paisaje,
que nos hace perder en el viaje,
rellenando de miseria el equipaje.
Ay... qué grande me queda este traje,
si no ensancho mi abrazo, si arrugo,
si paso, sin fe, sin valor, sin coraje.