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30 grados, diez de la mañana, mil indios danzan en mi sesera. Sólo recuerdo de lo ocurrido, sus contoneos y unas botellas. Me desperezo y miro ese cuerpo, semidesnudo sobre la arena, y una palabra escrita en sus labios: perdición.
Le he susurrado algo al oído, y asustadiza como una chiquilla, me dijo: 'No me preguntes mi nombre,
ni por mis penas ni por mis mentiras. Cariño, no tientes más a la suerte, por si abandona el camino que pisas'. Y llevándose un dedo a la boca, me hizo callar.
Colorao, colorao si la vida se burla de mí. Colorao, colorao, colorao, dime qué puedo hacer si la vida se burla de mí. Dice un adiós, embriagado de un sinsabor que delata que es maduramente frío el melocotón.
Capaz de hacer nudos en su boca con el rabito de una cereza, sus curvas son siempre peligrosas, echa cuidado, si no te la pegas. Quién ha dicho que no existe el cielo, que los ángeles no tienen sexo, y con la brisa de la marea se esfumó.
Colorao, colorao si la vida se burla de mí. Colorao, colorao, colorao, dime qué puedo hacer si la vida se burla de mí. Dice un adiós, embriagado de un sinsabor que delata que es maduramente frío el melocotón.
Encallado en un bar del puerto Santa María, hago aguas el alma, y el vaso que hay frente a mí.
Traza su rostro en espuma, que se escapa entre los brazos del naufragio, que las olas ya se encargan de azotar.
Colorao, colorao si la vida se burla de mí. Colorao, colorao, colorao, dime qué puedo hacer si la vida se burla de mí. Dice un adiós, embriagado de un sinsabor que delata que es maduramente frío el melocotón.
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30 grados, diez de la mañana, mil indios danzan en mi sesera. Sólo recuerdo de lo ocurrido, sus contoneos y unas botellas. Me desperezo y miro ese cuerpo, semidesnudo sobre la arena, y una palabra escrita en sus labios: perdición.
Le he susurrado algo al oído, y asustadiza como una chiquilla, me dijo: 'No me preguntes mi nombre,
ni por mis penas ni por mis mentiras. Cariño, no tientes más a la suerte, por si abandona el camino que pisas'. Y llevándose un dedo a la boca, me hizo callar.
Colorao, colorao si la vida se burla de mí. Colorao, colorao, colorao, dime qué puedo hacer si la vida se burla de mí. Dice un adiós, embriagado de un sinsabor que delata que es maduramente frío el melocotón.
Capaz de hacer nudos en su boca con el rabito de una cereza, sus curvas son siempre peligrosas, echa cuidado, si no te la pegas. Quién ha dicho que no existe el cielo, que los ángeles no tienen sexo, y con la brisa de la marea se esfumó.
Colorao, colorao si la vida se burla de mí. Colorao, colorao, colorao, dime qué puedo hacer si la vida se burla de mí. Dice un adiós, embriagado de un sinsabor que delata que es maduramente frío el melocotón.
Encallado en un bar del puerto Santa María, hago aguas el alma, y el vaso que hay frente a mí.
Traza su rostro en espuma, que se escapa entre los brazos del naufragio, que las olas ya se encargan de azotar.
Colorao, colorao si la vida se burla de mí. Colorao, colorao, colorao, dime qué puedo hacer si la vida se burla de mí. Dice un adiós, embriagado de un sinsabor que delata que es maduramente frío el melocotón.