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Para Santi de Hilda la plebeya
La noche cubre ya con su negro crepón
de la ciudad las calles que cruzan las gentes
con pausada acción.
La luz artificial con débil proyección
propicia la penumbra que esconde en su sombra
venganza y traición.
Después de laborar vuelve a su humilde hogar
Hilda la plebeya,la hija del pueblo,
la mujer que supo amar
y que sufriendo está esa infamante ley
de amar a un aristócrata, siendo plebeya
Trémula de emoción dice así en su canción:
El amor siendo humano tiene algo de divino,
amar no es un delito porque hasta Dios amó
y si el cariño es puro y el deseo sincero
Por qué robarme quieren la fe del corazón?
Mi sangre aunque plebeya también tiñe de rojo
el alma en que se anida mi incomparable amor;
el es de noble cuna y yo humilde plebeya,
no es distinta la sangre ni es otro el corazón
Señor, por qué los seres no son de igual valor?
Así en duelo mortal, abolengo y pasión
en silenciosa lucha, condenarnos suelen
a cruento dolor,
al ver que un querer porque plebeyo es,
delinque si pretende la enguantada mano
de fino hombre.
El corazón que ve destruído su ideal
reacciona y se refleja en franca rebeldía
cambiando su humilde faz;
la plebeya de ayer es la rebelde de hoy
que por doquier perdona la igualdad en el amor.
CORO...
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Para Santi de Hilda la plebeya
La noche cubre ya con su negro crepón
de la ciudad las calles que cruzan las gentes
con pausada acción.
La luz artificial con débil proyección
propicia la penumbra que esconde en su sombra
venganza y traición.
Después de laborar vuelve a su humilde hogar
Hilda la plebeya,la hija del pueblo,
la mujer que supo amar
y que sufriendo está esa infamante ley
de amar a un aristócrata, siendo plebeya
Trémula de emoción dice así en su canción:
El amor siendo humano tiene algo de divino,
amar no es un delito porque hasta Dios amó
y si el cariño es puro y el deseo sincero
Por qué robarme quieren la fe del corazón?
Mi sangre aunque plebeya también tiñe de rojo
el alma en que se anida mi incomparable amor;
el es de noble cuna y yo humilde plebeya,
no es distinta la sangre ni es otro el corazón
Señor, por qué los seres no son de igual valor?
Así en duelo mortal, abolengo y pasión
en silenciosa lucha, condenarnos suelen
a cruento dolor,
al ver que un querer porque plebeyo es,
delinque si pretende la enguantada mano
de fino hombre.
El corazón que ve destruído su ideal
reacciona y se refleja en franca rebeldía
cambiando su humilde faz;
la plebeya de ayer es la rebelde de hoy
que por doquier perdona la igualdad en el amor.
CORO...