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Estuve pensando, estuve acordándome de cosas, viendo fotos. Oye, ¿tú te acuerdas de aquella vez que...? Si hombre, aquella vez que estábamos en... ¿Recuerdas o qué?.
Mi primer cigarro con diez u once, mis primeras gafas con ocho; lo veo todo borroso desde entonces. Sólo para el rap soy un lince. Mi primer amor siempre, mi segundo amor con quince. Pero los besos inexpertos no tienen futuro, se mueren sin la intimidad de un sitio oscuro. Y dejan versos
que hablan de números importantes en presente;
lo sé porque las cifras nunca mienten. Suelto mi ancla en este bucle temporal, escupo el chicle, me pongo a rapear en tiempo real. En ésta te la traigo melancólico, yo que fui católico por mi abuela, pero me dio un cólico de fé.
Mi pronóstico es agnóstico, no sé si creo; a veces noto un dolor de muelas ateo que me dice que no hay juez. Si algo está escrito y arde, entonces no lo necesito. Mi primer canuto tarde, mi primera vez demasiado tarde. Nunca hubiera sido suficientemente pronto, siempre me habías gustado, pero me hacia el tonto. Estaba asustado, pero un día dejé de ser cobarde. Y, ¿sabes qué? Los años no son sólo un número. Los extraños van y vienen con los ojos húmedos, algo corriente que pasa desapercibido para muchos, pero para mí aún tiene sentido.
El tiempo viene, el tiempo se va, el tiempo se queda. Girando la rueda, el tiempo no espera. Tengo que andar por la vida, ser libre. Tengo que andar.
El tiempo viene, el tiempo se va, el tiempo se queda. Girando la rueda, el tiempo no espera. Tengo que andar por la vida, ser libre. Tengo que andar.
Cuando te apagaste, hiciste la cama y guardaste la foto, no remendaste mi corazón roto. Hiciste amigos pronto, cosas del desavío; los de siempre, los de toda la vida, esos son los míos. Te perdiste mi vuelo, me mordía la lengua y rebotaba contra el suelo, y no estabas tú. Solía vivir sin taras, hasta que el tiempo robado me dio en la cara. Así se aprende a ver las cosas claras, dicen.
Y yo no sé qué decir ni a éstas alturas. Aunque suene feo, escribo porque se me pone dura.
No sé si sonar trágico o autobiográfico, pero considero mágico sobrevivir al tráfico de feelings. Y al marketing a éstas alturas, cuando las cosas ya no están claras ni oscuras. Pero en fín, siempre escribí para mí, sólo escribí si sentía lo que escribía, nada es como decían. Aún así, no busco pretextos en las palabras, que no son más que el borde imperfecto de los conceptos cuando hablas.
Si quieres mirarme por encima del hombro, tú mismo, que yo no creo en los mandamientos ni en las tablas. Si la vida no es un juego de niños, por eso crecemos; quiero lo mismo que tú. ¿Ves? Nos parecemos. Así que no interpretes mal que me la tome como algo personal si te la tomas como una demo.
El tiempo viene, el tiempo se va, el tiempo se queda. Girando la rueda, el tiempo no espera. Tengo que andar por la vida, ser libre. Tengo que andar.
El tiempo viene, el tiempo se va, el tiempo se queda. Girando la rueda, el tiempo no espera. Tengo que andar por la vida, ser libre. Tengo que andar.
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Estuve pensando, estuve acordándome de cosas, viendo fotos. Oye, ¿tú te acuerdas de aquella vez que...? Si hombre, aquella vez que estábamos en... ¿Recuerdas o qué?.
Mi primer cigarro con diez u once, mis primeras gafas con ocho; lo veo todo borroso desde entonces. Sólo para el rap soy un lince. Mi primer amor siempre, mi segundo amor con quince. Pero los besos inexpertos no tienen futuro, se mueren sin la intimidad de un sitio oscuro. Y dejan versos
que hablan de números importantes en presente;
lo sé porque las cifras nunca mienten. Suelto mi ancla en este bucle temporal, escupo el chicle, me pongo a rapear en tiempo real. En ésta te la traigo melancólico, yo que fui católico por mi abuela, pero me dio un cólico de fé.
Mi pronóstico es agnóstico, no sé si creo; a veces noto un dolor de muelas ateo que me dice que no hay juez. Si algo está escrito y arde, entonces no lo necesito. Mi primer canuto tarde, mi primera vez demasiado tarde. Nunca hubiera sido suficientemente pronto, siempre me habías gustado, pero me hacia el tonto. Estaba asustado, pero un día dejé de ser cobarde. Y, ¿sabes qué? Los años no son sólo un número. Los extraños van y vienen con los ojos húmedos, algo corriente que pasa desapercibido para muchos, pero para mí aún tiene sentido.
El tiempo viene, el tiempo se va, el tiempo se queda. Girando la rueda, el tiempo no espera. Tengo que andar por la vida, ser libre. Tengo que andar.
El tiempo viene, el tiempo se va, el tiempo se queda. Girando la rueda, el tiempo no espera. Tengo que andar por la vida, ser libre. Tengo que andar.
Cuando te apagaste, hiciste la cama y guardaste la foto, no remendaste mi corazón roto. Hiciste amigos pronto, cosas del desavío; los de siempre, los de toda la vida, esos son los míos. Te perdiste mi vuelo, me mordía la lengua y rebotaba contra el suelo, y no estabas tú. Solía vivir sin taras, hasta que el tiempo robado me dio en la cara. Así se aprende a ver las cosas claras, dicen.
Y yo no sé qué decir ni a éstas alturas. Aunque suene feo, escribo porque se me pone dura.
No sé si sonar trágico o autobiográfico, pero considero mágico sobrevivir al tráfico de feelings. Y al marketing a éstas alturas, cuando las cosas ya no están claras ni oscuras. Pero en fín, siempre escribí para mí, sólo escribí si sentía lo que escribía, nada es como decían. Aún así, no busco pretextos en las palabras, que no son más que el borde imperfecto de los conceptos cuando hablas.
Si quieres mirarme por encima del hombro, tú mismo, que yo no creo en los mandamientos ni en las tablas. Si la vida no es un juego de niños, por eso crecemos; quiero lo mismo que tú. ¿Ves? Nos parecemos. Así que no interpretes mal que me la tome como algo personal si te la tomas como una demo.
El tiempo viene, el tiempo se va, el tiempo se queda. Girando la rueda, el tiempo no espera. Tengo que andar por la vida, ser libre. Tengo que andar.
El tiempo viene, el tiempo se va, el tiempo se queda. Girando la rueda, el tiempo no espera. Tengo que andar por la vida, ser libre. Tengo que andar.