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Fueron como una habitación de hotel sin pasado ni futuro,
fueron lo que fueron porque Dios se empeñó en que fuera así.
No quedó como constancia de su encuentro
más que el día, el año, el mes en la pared
escrito con las uñas en el yeso de aquel viejo hotel.
Los dos sabían que los lazos del amor se hacen de espino.
Los dos sabían que quererse es condenarse hasta el final.
Los dos sabían que a menudo no es bastante un "yo te quiero".
Pero vida no hay más que una y, que yo sepa, no dan más,
por ahora no dan más.
Es lo que es, hay lo que hay. Por ahora no dan más.
Es lo que es, hay lo que hay. Por ahora no dan más.
Y la noche de sus vidas se fue yendo como vino, en un susurro.
Si valió la pena o no, el tiempo dirá.
Se miraron a los ojos hasta verse el uno al otro el corazón,
deseándose cuatro ases a la próxima ocasión.
Los dos sabían que los lazos del amor se hacen de espino.
Los dos sabían que quererse es condenarse hasta el final.
Los dos sabían que a menudo no es bastante un "yo te quiero".
Pero vida no hay más que una y, que yo sepa, no dan más,
por ahora no dan más.
Es lo que es, hay lo que hay. Por ahora no dan más.
Es lo que es, hay lo que hay. Por ahora no dan más.
Se miraron a los ojos hasta verse el uno al otro el corazón,
si es que quedaba, después de decirse adiós,
deseándose cuatro ases a la próxima ocasión.
Los dos sabían que los lazos del amor se hacen de espino.
Los dos sabían que quererse es condenarse hasta el final.
Los dos sabían que a menudo no es bastante un "yo te quiero".
Pero vida no hay más que una y, que yo sepa, no dan más,
por ahora no dan más.
Es lo que es, hay lo que hay. Por ahora no dan más.
Es lo que es, hay lo que hay. Por ahora no dan más.
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Fueron como una habitación de hotel sin pasado ni futuro,
fueron lo que fueron porque Dios se empeñó en que fuera así.
No quedó como constancia de su encuentro
más que el día, el año, el mes en la pared
escrito con las uñas en el yeso de aquel viejo hotel.
Los dos sabían que los lazos del amor se hacen de espino.
Los dos sabían que quererse es condenarse hasta el final.
Los dos sabían que a menudo no es bastante un "yo te quiero".
Pero vida no hay más que una y, que yo sepa, no dan más,
por ahora no dan más.
Es lo que es, hay lo que hay. Por ahora no dan más.
Es lo que es, hay lo que hay. Por ahora no dan más.
Y la noche de sus vidas se fue yendo como vino, en un susurro.
Si valió la pena o no, el tiempo dirá.
Se miraron a los ojos hasta verse el uno al otro el corazón,
deseándose cuatro ases a la próxima ocasión.
Los dos sabían que los lazos del amor se hacen de espino.
Los dos sabían que quererse es condenarse hasta el final.
Los dos sabían que a menudo no es bastante un "yo te quiero".
Pero vida no hay más que una y, que yo sepa, no dan más,
por ahora no dan más.
Es lo que es, hay lo que hay. Por ahora no dan más.
Es lo que es, hay lo que hay. Por ahora no dan más.
Se miraron a los ojos hasta verse el uno al otro el corazón,
si es que quedaba, después de decirse adiós,
deseándose cuatro ases a la próxima ocasión.
Los dos sabían que los lazos del amor se hacen de espino.
Los dos sabían que quererse es condenarse hasta el final.
Los dos sabían que a menudo no es bastante un "yo te quiero".
Pero vida no hay más que una y, que yo sepa, no dan más,
por ahora no dan más.
Es lo que es, hay lo que hay. Por ahora no dan más.
Es lo que es, hay lo que hay. Por ahora no dan más.