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Recordarás la primera vez que con su trajín
llamaste al timbre para vender libros
sobre razas desconocidas.
¿Qué nos sucedió? que acabamos desnudos
jugando abrazados sobre el parquet
al juego del amor.
Luego te marchaste sin dejar ni un papel
con tu nombre y tu dirección
alguien te esperaba donde siempre a las tres
y eran ya más de las dos.
Volví a encontrarte meses después
la casualidad me cruzó contigo
en el vestíbulo de un hotel
qué demonios andas haciendo en Vigo.
Cuando me desperté me besabas los párpados
cómo te llamas le pregunté
después amaneció.
Y así fue cómo el tabique, de aquel hotel,
que nos separaba cayó
tú tenía el cuarto 142 yo el 142.
Siglos pasaron sin que el azar
duende juguetón sus hilos moviera
casi me había olvidado ya
de tus pies subiendo por mi escalera.
Pero antes de ayer en un cine de barrio
una voz me llamó desde el ambigú
y supe que eras tú.
Y la rara historia otra vez se repitió
unos cuantos años después
en taquilla te habían dado la fila dos
y a mí me dieron la tres.
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Recordarás la primera vez que con su trajín
llamaste al timbre para vender libros
sobre razas desconocidas.
¿Qué nos sucedió? que acabamos desnudos
jugando abrazados sobre el parquet
al juego del amor.
Luego te marchaste sin dejar ni un papel
con tu nombre y tu dirección
alguien te esperaba donde siempre a las tres
y eran ya más de las dos.
Volví a encontrarte meses después
la casualidad me cruzó contigo
en el vestíbulo de un hotel
qué demonios andas haciendo en Vigo.
Cuando me desperté me besabas los párpados
cómo te llamas le pregunté
después amaneció.
Y así fue cómo el tabique, de aquel hotel,
que nos separaba cayó
tú tenía el cuarto 142 yo el 142.
Siglos pasaron sin que el azar
duende juguetón sus hilos moviera
casi me había olvidado ya
de tus pies subiendo por mi escalera.
Pero antes de ayer en un cine de barrio
una voz me llamó desde el ambigú
y supe que eras tú.
Y la rara historia otra vez se repitió
unos cuantos años después
en taquilla te habían dado la fila dos
y a mí me dieron la tres.