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Los Acuña y los Vera
nunca temieron a nada
habían jurado matarse
en la primera encontrada
en la orilla del camino
sus cruces están clavadas.
Las armas que ellos portaban
eran de grueso calibre
y se sentían poderosos
aquellos cuatro temibles
esto paso en la frontera
en el rancho Viento Libre.
Las bestias y las monturas
quedaron echas pedazos
y los cuerpos boca arriba
haciendo cruz con sus brazos
ambos estaban sin vida
convertidos en cedazos.
Los mezquites ya marchitos
por la misma balacera
y en unas barretas secas
pusieron las calaveras
de las bestias que montaban
los Acuña y los Vera.
A punto de medio día
ese lugar se obscurece
se han visto cosas muy raras
y eso de diario acontece
y dicen algunas gentes
que ahí ni el sácate crece.
Unas humildes familias
quedaron desamparadas
dejando el rancho y las casas
para siempre abandonadas
malvarataron sus bienes
y se van desconsoladas.
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Los Acuña y los Vera
nunca temieron a nada
habían jurado matarse
en la primera encontrada
en la orilla del camino
sus cruces están clavadas.
Las armas que ellos portaban
eran de grueso calibre
y se sentían poderosos
aquellos cuatro temibles
esto paso en la frontera
en el rancho Viento Libre.
Las bestias y las monturas
quedaron echas pedazos
y los cuerpos boca arriba
haciendo cruz con sus brazos
ambos estaban sin vida
convertidos en cedazos.
Los mezquites ya marchitos
por la misma balacera
y en unas barretas secas
pusieron las calaveras
de las bestias que montaban
los Acuña y los Vera.
A punto de medio día
ese lugar se obscurece
se han visto cosas muy raras
y eso de diario acontece
y dicen algunas gentes
que ahí ni el sácate crece.
Unas humildes familias
quedaron desamparadas
dejando el rancho y las casas
para siempre abandonadas
malvarataron sus bienes
y se van desconsoladas.