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Los ojos negros, de la mañana,
se hicieron azules, de bruma y madrugada.
Como cristales, con luz de agua,
millones de estrellitas, que me alumbraban.
Me persiguieron, hasta la casa,
pintándome tus ojos, sobre la almohada.
Me convencieron, de que allí estabas.
Mi noche se ilumina y tú me abrazas.
Los ojos negros, de la mañana,
se apagan como lunas, de madrugada...
... Cuando te marchas.
¡Señor! que en mi pecho hay una cuna
¡Señor! que en mi mano hay ina espada.
¡Señor!, manda un ángel que me limpie
y me dibuje a ti abrazada.
Los ojos negros de la mañana,
son dos toritos negros, que me acorralan.
Desde tu ropa, hasta mi cama,
trazaron un sendero, de oro y plata.
Que no te obliga, pero te llama,
me buscas en la noche, y te vas al alba.
Los ojos negros, de la mañana,
se apagan como lunas de madrugada...
... Cuando te marchas.
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Los ojos negros, de la mañana,
se hicieron azules, de bruma y madrugada.
Como cristales, con luz de agua,
millones de estrellitas, que me alumbraban.
Me persiguieron, hasta la casa,
pintándome tus ojos, sobre la almohada.
Me convencieron, de que allí estabas.
Mi noche se ilumina y tú me abrazas.
Los ojos negros, de la mañana,
se apagan como lunas, de madrugada...
... Cuando te marchas.
¡Señor! que en mi pecho hay una cuna
¡Señor! que en mi mano hay ina espada.
¡Señor!, manda un ángel que me limpie
y me dibuje a ti abrazada.
Los ojos negros de la mañana,
son dos toritos negros, que me acorralan.
Desde tu ropa, hasta mi cama,
trazaron un sendero, de oro y plata.
Que no te obliga, pero te llama,
me buscas en la noche, y te vas al alba.
Los ojos negros, de la mañana,
se apagan como lunas de madrugada...
... Cuando te marchas.