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Nadie es eterno en el mundo
ni teniendo un corazón,
qué tanto siente y suspira
por la vida y el amor.
Todo lo acaban los años,
dime qué te llevas tú,
si con el tiempo no queda,
ni la tumba ni la cruz.
Cuando ustedes me estén despidiendo
con el último adiós de este mundo,
no me lloren que nadie es eterno,
nadie vuelve del sueño profundo.
Sufrirás, llorarás,
mientras te acostumbras a perder.
Después te resignarás,
cuando ya no me vuelvas a ver.
Adiós a los que se quedan,
siempre les quise cantar,
suerte y que la gocen mucho,
ya no hay tiempo de llorar.
No lloren por el que muere,
que para siempre se va
lloren por el que se quedan
si lo pueden ayudar.
Cuando ustedes me estén despidiendo
con el último adiós de este mundo,
no me lloren que nadie es eterno,
nadie vuelve del sueño profundo.
Sufrirás, llorarás,
mientras te acostumbras a perder.
Después te resignarás,
cuando ya no me vuelvas a ver.
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Nadie es eterno en el mundo
ni teniendo un corazón,
qué tanto siente y suspira
por la vida y el amor.
Todo lo acaban los años,
dime qué te llevas tú,
si con el tiempo no queda,
ni la tumba ni la cruz.
Cuando ustedes me estén despidiendo
con el último adiós de este mundo,
no me lloren que nadie es eterno,
nadie vuelve del sueño profundo.
Sufrirás, llorarás,
mientras te acostumbras a perder.
Después te resignarás,
cuando ya no me vuelvas a ver.
Adiós a los que se quedan,
siempre les quise cantar,
suerte y que la gocen mucho,
ya no hay tiempo de llorar.
No lloren por el que muere,
que para siempre se va
lloren por el que se quedan
si lo pueden ayudar.
Cuando ustedes me estén despidiendo
con el último adiós de este mundo,
no me lloren que nadie es eterno,
nadie vuelve del sueño profundo.
Sufrirás, llorarás,
mientras te acostumbras a perder.
Después te resignarás,
cuando ya no me vuelvas a ver.