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YONKIS GO HOME
Fallecieron con descaro, no llegaron a viejos.
Los gusanos se cebaron con sus tristes pellejos.
Padecieron la agonía de la estafa rastrera.
A saber dónde andarían si sus cuerpos vivieran.
Y despierta bruscamente a sus viejos maestros
el recuerdo decadente de pupilos siniestros.
Y sus madres, convertidas en las madres de nadie,
continúan con su vida y su vida es un fraude.
Convertidas con su vida es un fraude rastrera.
El recuerdo bruscamente sus pellejos vivieran.
Fallecieron en sus madres de pupilos gusanos.
Y siniestros de la estafa continúan a viejos.
Exhumad sus calaveras, que despierten y evoquen
las canciones más horteras de los coches de choque
y los himnos caducados del senil cancionero
sobre aquellos desgraciados y sus chupas de cuero.
Que desfilen los fantasmas de los años ochenta,
que repasen sus miserias y que pierdan la cuenta.
Que relaten las bravatas de sus mil cicatrices
y que brinden con las ratas por los tiempos felices.
© Mamá Ladilla
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Fallecieron con descaro, no llegaron a viejos.
Los gusanos se cebaron con sus tristes pellejos.
Padecieron la agonía de la estafa rastrera.
A saber dónde andarían si sus cuerpos vivieran.
Y despierta bruscamente a sus viejos maestros
el recuerdo decadente de pupilos siniestros.
Y sus madres, convertidas en las madres de nadie,
continúan con su vida y su vida es un fraude.
Convertidas con su vida es un fraude rastrera.
El recuerdo bruscamente sus pellejos vivieran.
Fallecieron en sus madres de pupilos gusanos.
Y siniestros de la estafa continúan a viejos.
Exhumad sus calaveras, que despierten y evoquen
las canciones más horteras de los coches de choque
y los himnos caducados del senil cancionero
sobre aquellos desgraciados y sus chupas de cuero.
Que desfilen los fantasmas de los años ochenta,
que repasen sus miserias y que pierdan la cuenta.
Que relaten las bravatas de sus mil cicatrices
y que brinden con las ratas por los tiempos felices.
© Mamá Ladilla