Translation of A jose hernandez by Jorge Cafrune

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Cuando cae la noche de la Pampa

sobre las crines de los pajonales,

y tejen las vigüelas la vidala,

el silencio es tu barba,

José Hernández.

Cuando crece a lo lejos la tormenta

y se estremece el trébol con el aire,

galopa el trueno su malón redondo,

y la luz es tu verbo,

José Hernández.

.No hay rumbo del silencio

que no cubra tu Martín Fierro entre nuestro gauchaje,

donde se desenfunda una guitarra,

o la fecundan tus versos,

José Hernández.

No hay ranchito en que no arda tu poesía

cuando se yapa el vino con la sangre,

y hay que aventar la pena respirando

tu corazón de pueblo,

José Hernández.

Y en la boca de cada peón de campo

con gusto a corazón insobornable,

el grito vivirá con tus palabras

porque eres Martín Fierro,

José Hernández.

Porque siempre templaste el instrumento

para expresar el alma del gauchaje,

y ponerle palabras al silencio de tu pueblo.

En él vives,

José Hernández.

Y cuando la violencia o la injusticia

metan sus sanguijuelas insaciables,

alzará con tu voz el horizonte un malón de guitarras populares,

y será cada criollo un Martín Fierro, nuestra rebeldía,

José Hernández.
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Cuando cae la noche de la Pampa

sobre las crines de los pajonales,

y tejen las vigüelas la vidala,

el silencio es tu barba,

José Hernández.

Cuando crece a lo lejos la tormenta

y se estremece el trébol con el aire,

galopa el trueno su malón redondo,

y la luz es tu verbo,

José Hernández.

.No hay rumbo del silencio

que no cubra tu Martín Fierro entre nuestro gauchaje,

donde se desenfunda una guitarra,

o la fecundan tus versos,

José Hernández.

No hay ranchito en que no arda tu poesía

cuando se yapa el vino con la sangre,

y hay que aventar la pena respirando

tu corazón de pueblo,

José Hernández.

Y en la boca de cada peón de campo

con gusto a corazón insobornable,

el grito vivirá con tus palabras

porque eres Martín Fierro,

José Hernández.

Porque siempre templaste el instrumento

para expresar el alma del gauchaje,

y ponerle palabras al silencio de tu pueblo.

En él vives,

José Hernández.

Y cuando la violencia o la injusticia

metan sus sanguijuelas insaciables,

alzará con tu voz el horizonte un malón de guitarras populares,

y será cada criollo un Martín Fierro, nuestra rebeldía,

José Hernández.